Por la promesa de una despedida
Estoy atascado en el tráfico más de veinte minutos
A través de la ventana del taxi se observan figuras distorsionadas
Luces de semáforos que cambian sin sentido,
Las farolas empiezan a encenderse y de pronto te recordé.
Te vi sentada en el sofá de la sala,
Con una copa de vino en la mano,
Y mi vida en la otra,
Hablando de todo y nada a la vez,
Sonriendo después de cada anécdota,
Como quien no lo puede creer todavía.
Yo no sé muy bien cómo reaccionar,
Me gusta mirarte y escuchar todo lo que tienes para decir,
Me detengo a pensar que antes de mí ya te marcaron,
Entender que el camino te puso delante hasta que otro vino te guste más.
Y así fue, la nueva cosecha trajo consigo un adiós,
Recuerdo que me miraste y me hiciste entender que el momento había llegado,
Te ofrecí mi vida, pero la rechazaste con lástima,
Yo dibujé tu silueta en el costado de la cama,
Acabé el poco perfume que dejaste, en mi almohada.
La última botella de vino aún me mira desde la cocina,
El adiós no deja de doler, por más que se planifique desde el inicio,
Escribo en el espejo, para leerlo cada mañana,
Es necesario estar consciente de las limitaciones, pienso.
Ya no te extraño, pero el tiempo todavía me golpea en la cabeza
Cada que decido ver el reloj y notar que sin ti no pasa el tiempo,
No te llevaste nada que haya notado,
Excepto mi esperanza, aunque creo que ya no la tenía.
Ya no te extraño, pero siento algo en el pecho,
Todavía no puedo explicar qué, pero algo me oprime,
Siento que con tu adiós me despedí de algo más,
De un sueño quizás, de una esperanza, de una idea,
Me despedí de una parte de mí, esa que no he podido sentir,
Contigo se fue ese hombre a quien tanto me aferré,
Con tu adiós me perdí a mí.
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