Sin amenazas, mejor
No prometerse un para siempre y que los nunca no encuentren
lugar en los labios, que sea un hoy si y mañana si el destino lo quiere así, porqué
no.
Yo creo en ese amor de cada
mañana prometerse a sí mismo un hoy también, de verte a mi lado y pensar
¡Carajo! que linda estás, oler tus sueños y abrigarme el alma con el calor que
emana el ritmo tu corazón.
Verte dormir mientras el sol empieza a salir en tus ojos, mientras
das color a mis días con tu sola presencia y como te quiero, digo mientras rozo
tu frente con mis labios indignos de tan bello amanecer.
Esperar que despiertes y me digas amor, así como si llamaras
la primavera de repente, yo solo sonrío como reflejo condicionado, ¡amor! como
si nada, si supieras que con esa palabra logras aún erizar mi piel, besas mis
ojos y cambian al color que te gustan, buenos días me dices, buena vida me digo
a mi mientras sonríes y se acelera mi corazón empieza así la sed de ti.
Oírte decir no te levantes, esperar que empiece el chocolate
a seducir las paredes, mirar como te calzas mi camisa y jurar que fue hecha
para que te vea así, no poder creer la suerte de tenerte así, aquí conmigo para ti y por mi.
Contemplar como caminas sin rozar el suelo y recordar que
los seres normales existimos para pensar en cosas sin sentido, atados a pasados
ajenos y añorando futuros incompletos, arrastrarnos pesados cargando con
memorias de cementerio, como si nuestra existencia tuviera su propia ley de
gravedad; pero tú no, tú querida flotas y sonríes tan naturalmente que las aves
toman nota de cómo hacerlo.
Y acaricias mi alma con tu mirada como diciéndome no me
extrañes, mirarte como diciendo no me dejes, sentir como mi corazón se quiere
salir de este pecho e ir en tu búsqueda, imaginar que esta vez no te irás,
quedarme dormido en tu regazo mientras me susurras al oído que todo estará
bien; y lo está, pienso mientras el sueño me abraza apoderándose de mis ojos
que no ven más que oscuridad.
Abrir los ojos y recordar que no estás, que no fuiste y no
serás, odiarme instantáneamente por soñarte cada noche, por hoy no poder decir
también, porque mi almohada huele a ti aunque no te conoce, en seguida intentar
recordar si me besaste la boca para despedirte, suena a poco pero ese recuerdo
nunca lo encuentro.
Pensar en tu boca, mientras miro
por la ventana cómo la lluvia golpea el cristal, suspiro y repito un sorbo de
café que hoy está inusualmente dulce, será esa la parte que le faltó al sueño
me pregunto, dulce sabor de tus labios que no tocaré ni en sueños.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrar